El brócoli es considerado uno de los superalimentos por ser una de las hortalizas con un mayor valor nutritivo. Sin embargo, a menudo surgen dudas cuando lo queremos incorporar a nuestra cocina sin prescindir de todo su aporte nutritivo y vitamínico.
Pertenece a la familia de las crucíferas igual de la col y la coliflor. Entre sus componentes destaca su alto contenido de agua, lo que le aporta una baja carga calórica. Contiene una gran cantidad de minerales, fibra, antioxidantes y vitaminas B1, E, A, C, beta-caroteno, niacina y ácido fólico. También destaca su potasio, calcio, zinc, yodo, hierro y magensio.
Su sabor permite su consumo tanto crudo como cocinado. Aunque es más común su consumo cocinado, cada vez más se está introduciendo su demanda en crudo ya que el sabor es mucho más intenso y se conservan el 100% de sus propiedades. En ensaladas o incluso sin aliñar, supone un bocado refrescante que abre muy bien el apetito y acompaña perfectamente a carnes y pescados.
Cuando hablamos de procesos de cocina, sabemos que ya sea por cocción, hervido, sofrito o cocinado al vapor, la composición nutritiva del alimento se altera, reduciendo particularmente la vitamina C. Se recomienda un tiempo bajo de cocina y preferiblemente el uso de microondas y vapor. Hervir el producto, especialmente con muy altas temperaturas reducirá más que el resto de métodos su aporte nutritivo.